"Nada en esta vida es gratis", seguramente has escuchado esa frase más de una ocasión, probablemente desde la infancia tus padres te la mencionaron con el objetivo de que valoraras las cosas que tenías, sin embargo, pocas veces reconocemos que esta expresión va más allá de los aspectos materiales. En la vida todo tiene un precio y tenemos la opción de pagarlo de contado o a crédito. Como sabrás, cuando optamos por el crédito, los intereses vienen de por medio y si no hacemos un cálculo adecuado de estos, pueden ser abrumadores e interminables.
Estamos en una época privilegiada, con acceso a múltiples beneficios, productos y servicios que nuestros ancestros ya hubieran querido en su momento, no obstante, todo tiene un precio a pagar, en muchas ocasiones, lo que facilita los procesos que deberían formar parte de nuestros compromisos y responsabilidad cotidiana, terminan por debilitarnos, por ejemplo:
Gozar de salud va más allá de tener una apariencia esbelta o atlética y tampoco es cuestión de la ausencia de dolor o enfermedad, se trata también de contar con la energía suficiente para realizar con plenitud cada una de nuestras actividades. Para lograr lo anterior, es indispensable llevar un cuidado integral, tanto a nivel físico, como mental y espiritual, se requiere de vivir conscientemente para ello. Se requiere de una interiorización frecuente para sensibilizarnos e identificar qué es lo que nos da el mayor beneficio para nuestra vida y tomar acciones en consecuencia, aunque esto no resulte necesariamente fácil, es decir, para lograrlo sana y eficazmente, se necesita pagar el precio de contado:
Comer alimentos nutritivos aunque no nos gusten, tener actividad física aunque sintamos pereza, brindarnos un espacio para relajarnos utilizando únicamente nuestra respiración y nuestro cuerpo como herramienta, aunque sintamos la tentación de consumir algún producto que contribuya para este propósito, etc. En cualquiera de los ejemplos anteriores podemos encontrar beneficios: unos a corto y otros a largo plazo, los que son a corto plazo se refieren a los beneficios que pagamos a crédito, que tarde o temprano nos cobrarán los intereses a través de malestares, enfermedad u otras consecuencias negativas.
En la vida profesional ocurre algo similar, para crecer en esta se pueden realizar pagos de contado: capacitándonos continuamente, buscando retroalimentación de manera periódica, mejorando recurrentemente nuestros procesos para favorecer la efectividad, teniendo una actitud proactiva y propositiva. Aunque esto en la mayoría de los casos no refleja resultados rápidos, nos estamos entrenando para futuros desafíos.
Utilizar el pago a crédito en la vida profesional se puede ver de distintas maneras: tratando de hacer lo mínimo en el trabajo para mantenerlo, perdiendo el tiempo durante la jornada laboral y esperando únicamente el día de pago, sin embargo, este tipo de actitud tarde o temprano cobra factura, cuando vienen épocas retadoras, los que se dedicaron a mantener su estabilidad, a exigirse poco, los que evitaron a toda costa la proactividad, suelen ser prescindibles, ya que ahí es donde se muestra el poco valor aportado ya sea para los clientes o para la organización.
Pagar de contado implica consciencia , compromiso, responsabilidad, valentía y coraje para elegir un beneficio mayor, aún cuando no precisamente lo que elegimos nos brinde satisfacción inmediata. Estoy convencido que en esta vida vinimos a crecer y si no decidimos hacerlo por voluntariamente, la vida nos pondrá desafíos en los cuales nos veamos forzado a hacerlo ¿Qué prefieres tú?