Créditos de la imagen: Ketut Subiyanto
Nuestra vida está conformada por hábitos, ya sea que los hayamos diseñado consciente o inconscientemente. Cuando diseñamos hábitos conscientemente, representan un mayor esfuerzo, porque estos tienen que ver con algo que nos ayuda a mejorar y eso al principio no es lo más gratificante.
Cuando nuestros hábitos los desarrollamos inconscientemente, simplemente nos dejamos llevar por rutinas repetitivas, a veces, dichas rutinas nos agradan, nos gratifican instantáneamente, pero no necesariamente nos llevan hacia un lugar mejor.
Los hábitos tienen 3 componentes básicos: un detonador, una rutina y una recompensa. El detonador se refiere a algo que le recuerda a nuestro cerebro que "debemos" realizar una acción, por ejemplo: cuando tenía el hábito de fumar, uno de mis detonadores era el momento en que terminaba de comer, ya que en ese momento surgía un antojo tremendo por un cigarro.
La rutina se refiere al hábito en sí, para el ejemplo anterior, mi rutina consistía en fumar un cigarro al finalizar la hora de la comida.
La tercera parte esencial para conformar un hábito consiste en la recompensa, es decir, la gratificación proveniente de haber realizado la rutina. En el caso de fumar, la recompensa se basaba en sentirme relajado, después de fumar un cigarro me sentía tranquilo y consideraba ese espacio como una manera de consentirme.
Titulé el post "El trípode de los hábitos" porque los 3 elementos son interdependientes para construir un hábito, se requiere de algo que impulse el hábito, se necesita de la acción y también es necesario que algo lo refuerce por medio de una sensación de gratificación.
Cada uno de nuestros hábitos se conforman por estos componentes y para hacernos conscientes de ellos, es necesario desmenuzarlos. Comprender cuál es el detonador será el primer paso por modificar un mal hábito y, aquí está lo interesante, podemos diseñar un sistema que complique la ejecución de un mal hábito a partir de complicar su impulsor...pero esa será una historia para otro post.