"La cueva oscura donde temes entrar es donde está tu tesoro"
-Joseph Campbell
Hace 2 años, precisamente en el mes de octubre se estrenaba la película "The Joker", cuyo personaje es encarnado por un hombre llamado "Arthur Fleck". Desde hace ya bastante tiempo que me gusta ese personaje, por ser enigmático, astuto y por ser el antihéroe perfecto para la figura del caballero de la noche...de quien escribiré en otra ocasión.
Justamente hace 2 años estaba experimentando una crisis, experimenté lo que se le llama "La noche oscura del alma", que se refiere a un periodo de desapego, de una identidad arraigada a nosotros y de la cual se desea salir, pero justamente para poder salir y trascenderla, se necesita experimentar miedos, incertidumbres, dolor, tristeza, desesperación, entre otras emociones muy lejos de ser agradables.
¿Qué tiene que ver la noche oscura del alma con la película "The Joker"?
Esa película me reflejó varios aspectos que había vivido y vivía en ese momento, desde que él se quedó huérfano de padre y, dentro de su frustración, idealizaba al conductor de televisión Murray Franklin, a tal grado que, en una de las escenas, visualiza abrazarlo en el set de grabación, frente al público, demostrando un profundo amor y aceptación que al parecer no había recibido antes.
La falta de amor propio para Arthur Fleck no solo se limita a imaginar que Murray es como su padre, va mucho más allá. Durante la trama, se aprecia una relación sentimental con su vecina, Sophie, en donde ella lo apoya en varios aspectos de su vida, desde su sueño de convertirse en un comediante exitoso, hasta acompañarlo en un cuarto de hospital en donde Arthur cuida de su madre... al final todo resulta ser un producto de su imaginación.
A lo largo de la película, se observa como Arthur tiene una vida trágica, es dependiente de fármacos, tiene pocos recursos, lo corren del trabajo, etc. Incluso en su forma de caminar muestra pesadumbre. Hasta que, en un punto, deja que su verdadera esencia resurja, su verdadera esencia es representada por el Joker: basta con apreciar la escena en la que baila en las escaleras, en la cual demuestra su liberación, a partir de dicha liberación, ya no suplica atención (irónicamente ahora tiene la atención de toda Ciudad Gótica), no suplica que lo vean como un hombre bueno, ni mucho menos, suplica aceptación de los demás, ya que por fin ha logrado aceptarse totalmente.
Para nada estoy a favor que la aceptación de uno mismo tiene que ver con violentar a otros, pero, la falta de esta, si tiene que ver con violentarnos a nosotros, de tal suerte que, nuestra alma se entristece a tal punto que se ve reflejada en las acciones, resultados, expresión verbal y corporal; incluso, puede llegar hasta la pérdida de sentido de la vida misma.
Tratar de ser validados todo el tiempo por el entorno resulta ser un trabajo interminable, frustrante y doloroso. Si te has acostumbrado a vivir así, aunque tengas momentos de lucidez, existirá un desafío constante para tu consciencia. Si te descuidas, tu mente regresará a los antiguos patrones de comportamiento, añorando la aceptación de los demás a través de todo aquello con lo que te identificaste algún día.
El precio de actuar congruentemente es muy alto, igual de alto que el precio de ir en contra de tus convicciones más profundas ¿Cuál decidirás pagar?